El aire tibio sopla por los bosques de arena que yacen en la última esquina de México. Corre libre, a pesar de una accidentada geografía, y de los saguaros –gigantes hechos cactus– que resguardan las colinas de este imponente y magnífico santuario natural. Estamos en el estado del norte más auténtico de México: Baja California, caracterizado por un clima muy peculiar que combina todo el poder del desierto con la frescura de los mares que le bañan pues, al oeste ruge el siempre dinámico océano Pacífico, y en el este aguarda el siempre templado y noble Mar de Cortés.